-¿Qué pondría a la cabeza del decálogo de la educación?
-Educar es enseñar a nuestros hijos a valerse por sí mismos. Se consigue con una mezcla de normas y límites aplicados con mucho cariño y una educación en valores.
-Hoy los padres no quieren que sus hijos sufran.
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Pedro García Aguado y Francisco Castaño Mena |
-Hemos pasado del cachete a la alta permisividad. ¿Con qué nos quedamos?
-El cachete no educa, aturde. La educación de antes no funciona, porque la sociedad ha cambiado. El problema es que no nos educamos como padres. Y los padres que tienen críos con trastornos de conducta sienten impotencia porque no tienen forma de educarlos. Sus hijos no les hacen caso ni a las buenas ni a las malas. Y es porque la educación de antes estaba bien para antes, pero en la sociedad actual lo que hacíamos antes no sirve.
-Se habla mucho de atender las particularidades de cada niño. ¿Lo estamos haciendo?
-Nos queda mucho por hacer. Hay unos pilares básicos que son los valores, la forma de educar la familia, las creencias culturales o religiosas, y se los inculcas a cada hijo, pero luego la educación la haces en función de su personalidad. Tenemos que educar al hijo que tenemos y no al que nos gustaría tener.
-Ser padre es difícil.
-Sí, pero se puede aprender. Lo que hace falta es menos sobreprotección y saber hacerlos cumplir normas y límites. Porque ellos van a tratar de salirse con la suya: unos se enfadan, otros manipulan, otros se hacen las víctimas... Antiguamente nadie contradecía al padre. Hoy eso no funciona. El problema es cómo hacer cumplir las normas.
-¿Habría que enseñar educación emocional en las escuelas?
-El peso de la educación está en casa. Un niño de primaria está el 12 por ciento del tiempo del año en la escuela. La escuela tiene importancia, pero el peso de la educación está en casa.
Fuente: La Nueva España
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